Alessandra Ambrosio desfilando para Victoria’s Secret
Se acerca el desfile de lencería más mediático del mundo y de nuevo nos bombardean con el casting de sus ángeles, artistas invitados, dietas y rutinas de entrenamiento, promoviendo una y otra vez unos físicos casi imposibles de alcanzar para gran parte de las mujeres.
Ya sabemos que Kendal Jenner, las hermanas Gigi y Bella Hadid«> o los ángeles más veteranos de la firma como Adriana Lima o Alessandra Ambrossio pisarán un año más su pasarela. Personalmente, me satura.
Durante años el anuncio del desfile-espectáculo y el fitting de las modelos seleccionadas han provocado infinidad de noticias y rumores sobre las dietas draconianas a las que se someten los ángeles para el día del desfile. Y esto durante semanas, acompañado de fotos, declaraciones y la sobreexposición de unos cuerpos supuestamente perfectos.
Hasta Cara Delevingne publicó a principios de mes la invitación que le extendió la firma para desmentir los rumores sobre su exclusión del desfile de 2014. Está firmada por el director de castings de Victoria’s Secret Edward Razek.
Afortunadamente, desde hace unos años las rutinas de entrenamiento también se han hecho públicas y pueden verse en numerosos canales, como la cuenta de Instagram @Joja, cuenta conjunta en la que los ángeles Josephine Skriver y Jasmine Tookes cuelgan videos de sus entrenamientos, o a través del hashtag #TrainLikeAnAngel en multitud de redes sociales. Y digo afortunadamente porque estos cuerpos se moldean a base de un entrenamiento feroz. Además de la alimentación, la genética o la edad, estas mujeres siguen una rutina de ejercicios digna de un atleta. Para la que se precisan tiempo, motivación y el seguimiento de un profesional.
Creo que la mediatización de estos entrenamientos es uno de los grandes logros de la firma. Adhiero a su defensa del compromiso, el esfuerzo, el deporte y la vida sana. Todos ellos conceptos ligados al trabajo duro y al sacrificio. Pero a pesar de ello los cánones de belleza que promueve Victoria’s Secret son tan extremos y están tan lejos de la realidad en la que vivimos que me disgustan profundamente.
Me niego a consumir un producto que confronta continuamente a las jóvenes a un ideal de belleza no alcanzable para gran parte de la población. Que vende el éxito en función de la delgadez y concede alas a fuerza de abdominales.
Y sí, ya sé que se trata de una firma de lencería, pero hay muchas otras marcas que basan sus campañas en cuerpos más reales. O en todo caso alcanzables.
Pero de nuevo, se trata de una opción personal.